La verdad habita en el ser interior

Una vez mas Agustín , nos instruye con su pensamiento sobre el acercamiento hacia Dios, sobre un recogimiento consigo mismo. No lo demuestra en su escrito diciéndonos: no quieras derramarte fuera, entra dentro de ti mismo, lo que significa no busques la verdad fuera de ti, el encuentro con Dios lo puedes hacer espiritualmente ya que por medio de tu alma tienes conexión con el, no lo busques en bienes terrenales, la fe y la espiritualidad son factores fundamentales; “para llegar a la verdad hay que recurrir a la razón”.

“Tracandete it tepsum” trasciéndete a ti mismo, adquieres el sentido de ir hacia el conocimiento sobre la vida de una persona, inmortalidad y alma: según Agustín siempre tuvo la certeza de ir en busca de la verdad, por la forma errada, siempre se dedico a buscarlo por los sentido, mas no examino en su interior aquella verdad que reside si la sabemos acoger, si recurrimos a aquella razón que por algún motivo nos conduce a aquella verdad que por algunas situaciones nos es esquiva, aquella verdad que debemos saber por qué camino recurrir, por el cual transitar y por sobretodo, por el cual saber utilizar aquel pensamiento.

Unión de alma con la verdad nos llena de serenidad, aquella que se siente recurriendo al ser supremo aquella fe que nos muestra el camino de la verdad. Que es la virtud, es aquella fuerza interior que permite al hombre tomar y llevar a término las decisiones correctas en las situaciones más adversas para tornarlas a su favor, el virtuoso es el que está en camino de ser sabio, porque sabe cómo llegar a sus metas sin pisar las de los otros, en cambio si recurrimos al vicio podemos ir por el camino errado aquel camino que nos lleva a esa lujuria al pecado y que no va a tener nuestra alma limpia y tranquila.

La verdad habita en ti mismo recurre a ella cada vez que el camino del vicio de absorba, solo es grande quien no hace sentir pequeño a los demás, la verdad es el camino de rendición, purificación, espiritualidad y recurrir a ella acertadamente nos lleva a un camino de unión con el alma, siempre recurriendo al Dios supremo.